martes, 15 de septiembre de 2009

Intento 3 (Relato del hombrecito que vomitó al cielo)

Preludio: un hombre maravillado de su propio universo, ve q lo puede vencer y lo traspone comiendose la realidad y vomitando sueños

El hombrecito vomitó sin parar, su cuerpo parecía como un castillo de cristal que por fin había dejado al descubierto las entrañas que enrredadas entre si, atoraban un inconveniente.




El le dijo a su madre descompuesto que se había intoxicado con una sobredosis de amor, la madre dibujó en su rostro la peor pesadilla que la muerte pudo haber tenido en su infancia, se clavó en el suelo y grito sin parar, no gritaba nada coherente, solo vociferaba jadeante, solo se distinguían reproches: "Te dije que nunca probaras las drógas estúpido niño"




el hombrecito lloró, mas su llanto no era de dolor, ni de tristeza, el había por fin descansado. Su madre le había dado una salida facilista, dijo que iba a introducir dentro de el un doctor, inmediatamente, el vomitó cesó, pe ro el extrañaba aquel sincero y caudaloso chorro de ideas, quería dormir con el, odiándolo y fantaseando con sus propuestas indecentes.

El diminuto ser que cada vez se hacía más diminuto durmió, durmió, durmió, murió. Lo revivió un beso sobre su ojo izquierdo que erizó cada uno de los dedos de sus píes. Le hizo el amor a la vida y precipitadamente corrió nauseabndo a la cocina a ver a su madre, con una señal de desprecio en sus cejas indicó al indefenso hermoso ser la colina, "sube esas trece escaleras y vomita para abajo, asi no mancharás mi casa". Mientras subía jadeante, la gente del pueblo lo señaló y observo como a un bicho raro, algunos rieron y otros lloraron. Ella le preguntó a su madre: "¿Y quién es el tonto de la colina?"




"Ese es mi hijo" vociferó orgullosa

Ya arriba en lo alto no hubo tiempo siquiera para mirar al sol, tan solo buscaba hacia donde expulsar esa porquería que le habían dicho que tenía dentro. Miro al suelo y le parecio aburrido, y como un lobo ahuya al cielo, el hombrecito vomitó al cielo. Nadie lo podía creer. "Que inconciente y estúpido es alguien quien vomita al cielo para que le caiga encima" dijeron por allí.

El sol muerto de risa asistió a su propio funeral y la luna desconsolada lloró por que sus estrellas se habían ido a perseguir sus sueños, sin palabras el árbol siguió su agitado camino.

Vomitó, vomitó y vomitó sin cesar, y aún no cesa. Aún hay magia en este mundo gracias a el, el reinventó el universo y destruyó la paz, el amó. Te amo. el vivió y murió con la vida en su pecho, las palomas lo regresaron a su cama donde inocente de nuevo se intoxicó de amor, pero esta vez murió, pues conoció a una mujer que decían que tenía ojos que mataba, es mas, el pequeñin solía decir, "me mató", era sincero el muñeco. Era grande el pequeño.
Quizás y solo nos baste con aprender a vomitar nuestros sueños a un lugar diferente al suelo.
















Vomiten y no se curen nunca, porfavor.

Texto por Santiago Jimenez / Ilustraciones por Jim Plukart

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