Ya sé, no quieres enloquecer con el foco de esta ciudad. No eres una sombra que huye de la luz. No eres zozobra de cobras y ápices de caracolas. No pierdes el tiempo en incendiar pájaros. No ríes cuando callas y yo me abrumo cuando me impartes silencio en los labios, caminado por la hielera hasta tu pestaña mínima, desaparecer nuestro ADN, construir infructuosamente la genética de nuestro futuro, pequeño hogar desaparecido, esparcido por el cielo. Todas mis tonalidades se resuelven, con tu fibra veloz, tu cuerda vocal, tu voz, xilema móvil, atravesando mis raíces múltiples unilaterales. Quiero expulsarlos, los gérmenes pálidos de mi cara, de mi gesto. ¿Cuál es el pigmento que colorea las células de votre yeux?

Tus fuerzas Polícromes vencen cualquier licántropo. Puedes reivindicarte, suplicar. Foco discúlpala, esculpe su sombra junto a la mía, compacta tu luz en su nariz y revuelve los reflejos. La noche, espejo Colores mate.
Los encendí luego de que los pájaros estuvieran dormidos, me avergüenzo de su trino alabastrino. Si eres mineral traslúcido, ebúrnea fuerza cabalística que vence a las bilingües, cobras que sisean mi nombre bajo escuálidas esperanzas. Si es un chantaje cocinar, Encuéntrame en la espina de tu relámpago.
Las figuras de las nubes no se hacen con pinceles gigantes, es la punta de tu pie que gira cuando bailas sobre charcos de color.

Mañana nuevos conciertos romperán sus huevos y los pájaros ya no estarán dormidos, cantarán crescendo tus raíces debajo de la superficie, donde no se muere nadie.
Texto por Santiago Jimenez / Ilustraciones por Jim Plukart
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